En una sociedad convulsionada y cada vez más exigente, el ser humano ha ido externalizando su vida y olvidándose de lo más importante: el vivir.
Es así que al perdernos, enceguecidos por el ritmo de vida, en un estado constante de supervivencia, nuestro cuerpo manifiesta una serie de inarmonías, las que conocemos como enfermedades. Pero en sí ¿qué son?. En palabras simples, es un gran llamado de atención de nuestro organismo para que nos detengamos y nos ocupemos de nosotros, sobre qué estamos haciendo con nuestra vida y el cómo la estamos viviendo.
Todas las inarmonías tienen una causa emocional, ya sea heredada o manifestada en la vida actual.
Estas inarmonías al no ser reconocidas desde su causa, van pasando de un estado mental, hasta manifestarse en lo físico. Por ello es importante no sólo tratar el cuerpo, sino además entender las emociones que hay detrás de esta inarmonía y qué es lo que nos están diciendo.
Ejemplo hipotético: una persona que no sabe manejar el enojo, tendrá constantes problemas para relacionarse con su entorno, esto traerá como consecuencia soledad y dificultades para generar lazos. A la larga problemas en el sistema digestivo como gastritis, inflamación en el colon, disfunciones hepáticas o páncreas. Como resultado probable: diabetes (es sólo una posibilidad). Apreciamos que existe una relación entre lo emocional y lo físico respecto del desequilibrio en esta persona, quien debe tratarse tanto la enfermedad manifestada (diabetes en este caso), como la ira y su procedencia. Si esta persona toma la decisión sincera de mejorar/sanarse/armonizarse, transformará su vida ya que se conectará con el aprendizaje y se hará cargo del cambio.
Es importante por lo tanto, ver las enfermedades como una posibilidad para transformarnos internamente desde la sinceridad y voluntad. Si quieres sanar, manifiesta tu salud.
Con Amor, Francisco.